San José, Costa Rica / Lo que comenzó como una broma parlamentaria terminó viralizándose en redes y encendiendo el debate sobre los límites del comportamiento político y la doble moral del oficialismo. El diputado del Frente Amplio, Ariel Robles, respondió con un sonoro “miau” a la diputada Ada Acuña, quien había llamado a los frenteamplistas “la Pandilla de Don Gato”. Al darse la palabra, Robles replicó simplemente “miau”, lo que provocó la intervención del presidente del Congreso, Rodrigo Arias, quien llamó al orden en el Plenario. El momento fue captado en video, reutilizado en memes y difundido con humor y asombro en redes sociales
Del “miau” al rugido jaguar
Mientras la réplica de Robles fue irónica y breve, no es raro que la política costarricense huela a teatralidad. En el ámbito presidencial, el estilo del mandatario Rodrigo Chaves ha sido todo menos convencional. En un discurso del 2 de mayo de 2024, recurrió a una metáfora animal: “El jaguar que es ahora Costa Rica … se escuchará rugir en toda América Latina”, en un llamamiento a la fuerza colectiva y al despertar popular. En ese mismo tono, en otro acto político el mandatario Chaves intentó, con muy tristes resultados, imitar el rugido de un jaguar; una dramatización simbólica de la identidad política que promueve.
¿Es pura teatralidad o populismo performático?
La comparación entre estos dos momentos —un maullido irónico contra un rugido solemne— revela estilos distintos pero con fines parecidos: marcar presencia y emocionar al electorado o la audiencia.
- Robles, con un “miau”, optó por la sátira parlamentaria: desacreditó el insulto al Frente Amplio («pandilla de Don Gato») usando el mismo plano simbólico, pero con humor.
- Chaves, por su parte, recurre al simbolismo animalista con proyección mediática. Su uso del jaguar no solo es metáfora: ha cobrado vida escénica en sus discursos y eventos, reafirmando su narrativa populista de fuerza, renovación y “revolución pacífica”
Este estilo se extiende a su retórica política. Ha protagonizado enfrentamientos verbales, calificando medios y periodistas como “canallas”, “ratas”, “sicarios políticos” y afrontando condenas judiciales por violar la libertad de prensa; todo entre los aplausos de los mismos seguidores chavistas que se rasgaron las vestiduras por el maullido frenteamplista.
Robles tiñó el Plenario de humor, cuestionando con ingenio y ligereza. Su “miau” fue breve, directo, pero cargado de contenido político simbólico. En contraste, Chaves busca establecer una narrativa más grandiosa: el ‘jaguar’ que despierta a la nación. En ambos casos, el uso del lenguaje simbólico muestra que la política en Costa Rica no rehúye lo escénico.
Estos gestos —por muy distintos que sean— reflejan una constante en la política moderna: el lenguaje simbólico, los gestos dramáticos y la teatralización no compiten con los argumentos; los complementan. El “miau” de Robles y el rugido jaguar de Chaves revelan estilos opuestos, pero ambos apelan al emocional, al simbólico y al viral, mostrando un país donde la política se vive tanto con la voz como con el cuerpo.